Nadie puede discutir los múltiples beneficios que proporciona el juego en el desarrollo de la personalidad durante la infancia. No sólo por los valores educativos que aportan los juguetes a los niños, sino porque son uno de sus primeros medios de socialización, en tanto que herramientas que les permiten relacionarse por vez primera fuera de su entorno familiar. Además de ser una vía de diversión a través de la cual poder descargar toda esa actividad que parece no acabar nunca en ellos. |
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Que los niños aprendan a conocer su entorno e interaccionar con las personas que lo conforman: sus iguales (amigos, hermanos) y el mundo de los mayores (padres y educadores). |
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Que los niños se acostumbren a desarrollar su personalidad de forma autónoma, dando rienda suelta a su creatividad, estableciendo lazos afectivos -con objetos y con personas- y definiendo sus gustos. |
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Que los niños alcancen cierta madurez y desarrollen mecanismos de control de su estabilidad emocional (aprendiendo a jugar indistintamente solos y en compañía, compartiendo sus juguetes, asimilando cuándo jugar y cuándo no,…). |
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Que el cuerpo y la inteligencia de los niños crezcan en armonía a través del juego, que se convierte en un medio de expresión y comunicación con el que el niño aprende a superar el egocentrismo propio de su edad. |
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Que los niños desarrollen las funciones psíquicas necesarias para estar preparados de cara a aprendizajes futuros el desarrollo de los sentidos, el lenguaje y la memoria, así como las funciones físicas (correr, saltar, equilibrio y coordinación,…). |
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Que los niños aprendan a superarse, aumenten su autoestima y su confianza en sí mismos y en las personas de su entorno. |
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Que les niños empiecen a interiorizar ciertas normas de comportamiento y disciplina. |
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Es función de los padres asegurarse de que la actividad a la que los más pequeños dedican la mayor parte de su tiempo sea provechosa para ambos: para los niños, por los múltiples beneficios que comporta; y para los padres, porque representa una oportunidad inmejorable para compartir con ellos momentos esenciales en la relación con sus hijos, y en el hecho de convertirse en un referente para ellos.
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Si bien es cierto, que a los niños a medida que van creciendo les gusta compartir estos momentos de juego y diversión con otros niños o incluso solos, es recomendable que los padres sean los primeros en compartir con sus hijos los momentos de recreo. No hay mejores compañeros de juego para un niño que sus propios padres y sus hermanos durante su primera etapa de crecimiento. En ocasiones los padres utilizan a los juguetes como una excusa para descansar durante un rato del niño, olvidando que jugar en familia es una práctica esencial para establecer una buena comunicación con sus hijos e involucrarse en su educación.
En cualquier caso, cabe tener en consideración que jugar juntos no hace referencia necesariamente a las actividades que se desarrollan con ciertos objetos (juguetes) o en espacios determinados. El juego puede surgir en cualquier instante y en muy diversas circunstancias y espacio. Leerles un cuento antes de dormir, por ejemplo, puede ser un juego con una capacidad educativa muy potente Algunos consejos a la hora de jugar con nuestros niños: |
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